domingo, 20 de noviembre de 2011

Ponle el final.

Edgar, un señor de aproximadamente 30 años dejó su perdida vida para empezar una de nuevo. Pertenecía a la clase promedio, su padres le pagaron los estudios pero él desperdició su tiempo en vicios. Actualmente, tiene una familia que cuidar y proteger. No está casado, sin embargo vive con la madre de sus hijos (que él considera "su señora"). Al principio, solo mantuvieron la relación porque ella había salido embarazada a muy temprana edad. A pesar de que él le haya propuesto abortarlo, ella luchó para tenerlo. Edgar tenía muchos defectos como padre y "esposo" pues no trabajaba y eso significaba que no había dinero para solventar la familia. Fumaba pero no bebía licor. Le encantaba fumar y cada vez que conseguía algún trabajo lo gastaba en cigarrillos. Ya tenía el olor de nicotina impregnada en su piel. Cualquier que lo oliera sentía ese "aroma tan nicotinezco". Aprendió a fumar a los 10 años con su hermano mayor, cada vez que salía del colegio se fumaba unos puchos. Conforme iba creciendo la cantidad de cigarros que consumía aumentaba. Terminó fumando más de 2 cajetillas al día. Si tenía dinero fumaba Camel si no le alcanzaba se compraba Premier.

Rita es su "señora". La conoció por medio de sus amigos. Ella jamás pensó que terminaría quedándose con él hasta que salió embarazada. Empezaron a vivir juntos en un cuarto pequeño. A pesar de salir embarazada no quería pensar que su futuro era con él. Edgar no trabajaba y no era el hombre "ideal" para cualquier mujer. Al nacer su primera hija, ella empezó a trabajar lavando ropa de gente extraña o limpiando casas por completo. Edgar, en cambio, se la pasaba en su casa haciendo nada, solo chismoseando con señores de la quinta.

Pasaron años y a él le detectaron cáncer al pulmón. ¿Cómo no? Si fumaba cada segundo del día además de que quizás no haya tenido la alimentación adecuada debido a la condición a la que vivía.

Ese fue un gran cambio para él. Jamás imaginó que lo que más le gustaba hacer le había causado tanto daño. Fue eso lo que hizo que empezara a tomar un mejor camino. Se dio cuenta que estaba demasiado alejado de su hija y que no había hecho nada por la madre de sus hijos. Lo primero que debía hacer era dejar de fumar. Habló con Rita y, a pesar que Edgar era un mal hombre, decidió ayudarlo a dejar ese vicio. Le costó demasiado. Rita sabía que no iba a dejarlo de la noche a la mañana y le recomendó que cada día fumara una cantidad menos que la del día anterior. Y eso fue lo que hizo.

Mientras tanto, Rita le dijo que tenía que trabajar para que le ayude con el dinero en la casa. Él no estaba muy de acuerdo, ya se había acostumbrado a ser un comodón pero era parte del cambio y tenía que hacer bien. Rita le dijo que tenía que empezar desde abajo. No importaba. Se les ocurrió la idea de que empiece a trabajar como ropavejero. Un ropavejero es la persona que compra cosas usadas para arreglarlas y revenderlas.

A él le daba mucha vergüenza hacer eso, pero Rita tenía razón, tenía que empezar desde abajo. Y por el momento era muy difícil que encuentre un trabajo.
Era su primera día, Edgar ya no fumaba y sentía miedo de que pudiera caer de nuevo.

Edgar estuvo caminando por las calles para recoger periódicos que la gente tiraba y poder venderlos a empresas recicladoras. Un señor, ya de edad, le pasó la voz para venderle un mueble de madera que ya no le servía. Después de regatear, el señor se lo dejó a 10 soles. Ya estaba de regreso a su casa. 10 soles no eran mucho pero él estaba feliz de haber tenido un primer dinero.

Ya casi cerca a su casa abre el cajón que el mueble tenía. Jamás se imaginó lo que podría encontrar. Era una cajetilla de cigarros casi llena, casi nueva. Solo habían fumado dos cigarros. ¿Era el destino? Quizás era Dios quien le decía sigue fumando. Probablemente eso no, pero después de tanto esfuerzo... una cajetilla en su primer día de trabajo? No sabía qué hacer, no sabía si fumárselo o tirarlo. Recién tenía un par de días sin fumar... Llega a su casa. Después de tanto pensar se dirige a su casa, ve a su mujer, le dice que la ama demasiado, le agradeció por toda la ayuda que le había dado, se arrodilló y terminó pidiendole perdón por todo.

***

Fui por halloween a Sargento, un retro bar que queda en Barranco. Yo, por lo general, no tomo en las fiestas solo fumo. Ese día me compré una cajetilla grande de Lucky Strike, click n' roll. Terminé fumando solo un par porque cuando entré al local me dijeron que no se podía fumar en un lugar cerrado. En mi casa no saben que fumo, solo mi hermana.

Ese fin de semana, había un concierto de Gian Marco que iba a ir con unas amigas. Para disfrutar más el espectáculo, llevé mis cigarros para fumarlos ahí. Al final, no fui porque llegué muy tarde.
Estaba de regreso a mi casa y olvidé que tenía la cajetilla en mi bolso. Hacía unos meses mi papá había comprado un nuevo mueble para la computadora y la antigua la había dejado en las escaleras de mi casa. Entonces, cuando llegué a mi casa luego del concierto que no fui, dejé la cajetilla en el cajón del mueble para que nadie se diera cuenta que había fumado. Ese fin de semana era mi cumpleaños y mi papá tenía que retirar el mueble de ahí. Cuando salgo a la universidad me doy cuenta que el mueble ya no estaba. Mis cigarros ya no estaban. ¿Dónde lo habían metido? ¿En el cuarto de mi papá? ¿Habrán encontrado mi cajetilla? ¿Ahora cómo explico que esos cigarros son míos? La cagada. Todo eso me puse a pensar cuando iba a la universidad hasta el regreso. Cuando llegué, le pregunté a mi papá qué había pasado con el mueble de la computadora. Me dijo que se lo había vendido a un ropavejero. Le pregunté a cuánto se lo había vendido y me dijo que a 10 soles. Tamare, aparte de que le costó baratito se llevo una cajetilla llena de cigarros.

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